¿Volvió la mística copera?
Como hacía mucho tiempo no sucedía, un día retornó la
mística boquense en la calurosa Luque.
Cuando Boca parecía rendido y cuando los paraguayos
mostraban lo aguerrido que eran, Agustín Orión relució, evocó a Oscar Córdoba y
al Pato Abondanzieri para sacar al club del profundo pozo que hubiera
significado quedarse afuera de la Copa Sudamericana.
La serie de penales fue para el infarto, y comenzó a ponerse
fea cuando el “Chiqui” Pérez pateó el segundo tiro y se lo atajó Franco, la suerte
hizo que Irala mandara su penal a la tribuna y cuando el visitante parecía
acomodarse, fue Colazo anunció demasiado su ejecución y convirtió nuevamente en
héroe al arquero paraguayo.
Allí comenzó a aparecer la figura del arquero xeneixe,
demostró que no estaba dispuesto a su club se fuera con las manos vacías y tapó
el penal de Irrazabal. Empezó la serie 1 por 1, fue Orión y con confianza metió
el 4-3, y con la confianza mas alta que nunca, desvió hacia arriba el remate de
Aquino y comenzó la locura, Boca volvía a ser Boca y se comenzó a reencontrar
con parte de la historia que lo hizo grande.
El trámite del partido mas allá de la infartante serie fue
casi todo del visitante, comenzó proponiendo aunque de manera displicente y se
confió en que Capiatá iba a desanimarse pronto, cosa que, al menos, en el
primer tiempo nunca pasó. Ni bien empezó el juego, Meli estrelló un tiro en el
travesaño e hizo paralizar los corazones de los hinchas guaraníes y boqueases que
coparon el Estadio.
Comenzó la segunda parte y a sabiendas que tenían solo 45
minutos de vida, el equipo del Vasco salió a buscar el todo por el todo y lo
primero que consiguió fue dejar a los locales con uno menos, Velásquez se pasó
de revoluciones y tuvo que irse a las duchas con llanto en sus ojos. A los 10
minutos luego de varios centros, la pelota quedó varada en el medio del área y
Jonathan Calleri, con olfato de goleador, la empujó al fondo y aseguró el
acceso a los penales.
Luego todo fue un monólogo de Boca, con mas empuje que ideas
el DT mandó toda la ofensiva a la cancha e hizo entrar al “Puma” Gigliotti y a
Luciano Acosta pero no fueron decisivos en el trámite del juego.
Sonó el pitazo final y la historia es la que todos pudieron
ver y sufrir, la Ribera tiene nuevamente una figura que aparece en las difíciles,
una entrega que hace mucho no se veía y si bien está a años luz de lo que
consiguieron con el Virrey, ganas de soñar no le faltan.
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